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El 30 del pasado noviembre, tuvimos la
gran suerte de que el IES Profesor Domínguez Ortiz, nos abriera las puertas a
las alumnas y alumnos de la asignatura de “La Historia escrita por los niños y
las niñas”, de la Universidad de Alcalá, para que pudiéramos comprender mejor,
más de cerca, qué es un aula museo y por qué éstas son imprescindibles en el
camino para construir una memoria escolar más completa y plural, que sea
responsabilidad de todos y centro de confluencia entre la sociedad, el alumnado
de todas las edades y los y las investigadoras.
Comenzamos nuestra visita con un seminario
impartido por Elena Fernández Gómez en el que, a través de distintas “salas”
nos hizo un recorrido por el concepto, la historia, las tipologías y las
problemáticas de los museos escolares. Esto fue de gran ayuda para poder, no
sólo comprender un concepto del que apenas hemos sabido nada durante nuestros
años en la universidad, sino también para enmarcar lo que íbamos a ver unos
minutos después en la visita al Aula Museo del instituto en el que nos
encontrábamos.
Entender que un museo pedagógico es algo
más que un depósito de colecciones, que es también un centro de investigación y
enseñanza que busca valorar y conservar el patrimonio histórico educativo;
saber que los hay dependientes de universidades y gobiernos autonómicos, pero
también de centros escolares; caer en la cuenta de que no dependen únicamente
de haber sido un centro escolar histórico, sino que también pueden ser
“construidos de cero”, creados expresamente a través de la compra y
la donación de materiales… Resulta esencial para que la visita al Profesor
Domínguez Ortiz pueda ser verdaderamente aprovechada, y nosotras tuvimos la
suerte de que así fuera.
Terminado el seminario, hicimos un
recorrido por la planta baja del centro acompañadas del profesor Miguel
Mayoral. A través de este paseo físico e histórico pudimos conocer algunas de
las tradiciones que han ido recuperando en el instituto en los últimos años,
como el nombramiento de profesores honoríficos, la recreación del viaje
didáctico de Bargalló o la graduación histórica con su correspondiente traje
académico y las togas de bachiller en artes (blancas) para los estudiantes de
la ESO y en letras (azul claro) o ciencias (azul oscuro) para los graduados en
bachillerato.
Este recorrido terminó en el aula museo,
en el cual pudimos observar fotografías, mobiliario, materiales didácticos
manipulativos, manuales y cuadernos escolares, mapas de todo tipo… Que nos
permitieron tener un contacto casi directo con la escuela de los siglos XIX y
XX.
Además de un profundo agradecimiento por
la visita, me quedo con la duda de cuántas aulas formaron verdaderamente el
aula que nosotras contemplamos. Quiero decir, de esa clase llenísima de objetos
(tanto como nuestras aulas actuales) cuántas cosas tendría una única escuela
rural de principios del S.XX. Y lo que casi me conmueve más, cuántos de estos
materiales nos hablan de verdad de la memoria de la educación de los niños y
las niñas, y no sólo de la de los niños en masculino.
Agradezco mucho, de verdad, poder acercarme a la historia escolar de nuestros antepasados, pero siempre me queda la duda agridulce de hasta qué punto el masculino genérico habla o no de la historia de nuestras antepasadas de clase y género.
Eva Granados Sanz.
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